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martes, 5 de marzo de 2024

Eternal Flame

Tendría unos doce años la primera vez que escuché esta canción en la 88.9 FM, terminaba de estudiar para un examen a eso de la una de la madrugada y para lograr dormir tomé el walkman, ajusté los cascos y y sentí la magia.

Mi piel se erizó y sin entender bien la letra por esas ganas inmediatas de dormir supe que era la canción mas bonita y dulce que había escuchado hasta el momento.

Siempre que la pillaba no alcanzaba a escuchar el título, ni quien la cantaba pero estaba convencida que algún día lo sabría. Pensarán menuda chalada, con buscar en Google o alguna aplicación como Shazam el resultado estaba servido.

Hace treinta años solo teníamos acceso a la música a través de la radio, los discos y los casettes por lo que se hacía un poco cuesta arriba encontrar ciertos tesoros.

Creí olvidarla, hasta que en 2005 a un loco que se hacía llamar Planeta Sur le comenté que durante mi adolescencia me había calado y nunca logré encontrar quien la cantaba o siquiera cómo se llamaba.

La magia del Internet hizo lo suyo y de repente me dijo que tenía un regalo, colocó en la conversación de msn: Eternal Flame / The Bangles... Y desde ese momento permanence tatuada a fuego en mi memoria.

De hecho diría que es una de las canciones con las que me hubiera gustado hacer el amor hace veinte años. 

Hoy seria mi acompañante perfecta en una noche atolondrada de karaoke...

Close your eyes, give me your hand, darling
Do you feel my heart beating?
Do you understand? Do you feel the same?
Am I only dreaming?
Is this burning an eternal flame?
I believe it's meant to be, darling
I watch you when you are sleeping
You belong with me
Do you feel the same? Am I only dreaming?
Or is this burning (burning) an eternal flame?
Say my name
Sun shines through the rain
A whole life so lonely
And then come and ease the pain
I don't want to lose this feeling, oh
Say my name
Sun shines through the rain
A whole life so lonely
And then come and ease the pain
I don't want to lose this feeling, oh
Close your eyes, give me your hand
Do you feel my heart beating?
Do you understand? Do you feel the same?
Am I only dreaming?
Or is this burning an eternal flame?
Close your eyes, give me your hand, darling
Do you feel my heart beating?
Do you understand? Do you feel the same?
Am I only dreaming?
Is this burning an eternal flame?
Close your eyes, give me your hand, darling
Do you feel my heart beating?
Do you understand? Do you feel the same?
Am I only dreaming?
Oh (an eternal flame)
Close your eyes, give me your hand, darling
Do you feel my heart beating?
Do you understand? Do you feel the same?
Am I only dreaming?
Is this burning an eternal flame?
Close your eyes, give me your hand...


lunes, 26 de febrero de 2024

Fórmula Uno

Jamás había ido a un Bingo, ese mundo paralelo de luces estridentes y música salida de máquinas capaces de enloquecer a cualquiera.

Quien ha visitado ese universo paralelo de juerga y derroche sabrá que allí las horas transcurren distinto, da igual que fuera de día o de noche, allí imperan los sentidos en otra dimensión.
Regalaban tequeños y whisky destemplado, así que ante tal ambiente, decidieron jugar en el bingo; en una de las mesas Fran y Catalina, en otra el hermano de Cata, Daniel y Jorge.
Perdieron, como era de esperarse, el Bingo lo cantaba una octogenaria de boca roja y maquillaje espeso que se notaba a leguas tenía experiencia en la materia.
Entre risas, Daniel quiso jugar a la ruleta, Catalina lo veía de reojo, deseaba con todas sus fuerzas que perdiera, cuando salió el número que lo hacía acreedor de nada, no puedo evitar reírse en su cara. Estaba achispada por esa bebida insalubre.
- Como que hoy no es tu día
- Que perversa
- Siempre, aprendo rápido de un maestro como tú

Esa noche tenía la lengua afilada. Daniel bajó la mirada y prefirió estarse quieto, no quería un espectáculo, solo añadió una frase que hizo que Catalina lo desechara para siempre como futuro compañero
- ¿Y ahora qué? ¿De Concorde a Fórmula Uno? ando libre este fin de semana
- Un auto de carreras funciona a la perfección solo para aquel que sabe andarse en la pista de carreras, a ti todavía te queda mucho camino de tierra

Le comentó a Fran que quería salir de allí, las luces, la música de las máquinas se habían convertido en un pitido ensordecedor a la par de insoportable, todo le daba vueltas. Quería aire puro.
Salieron en la madrugada, Catalina llenó sus pulmones de todo el aire nocturno que pudo atrapar en ese momento.
Sí, se sentía como un Fórmula Uno, pero no quería en esos momentos un piloto que solo la hacía pensar en estrellarse.
Al llegar a su casa, se quitó el maquillaje, se bajó de los quince centímetros de tacones y quedaba ella, una simple mortal.
Durmió como hacía tiempo no lo hacía, tanto que se levantó a eso de las once de la mañana del sábado. Esa noche no tenía planes de salir.
Mientras tomaba un desayuno tardío encontró una bonita sorpresa en su correo, una nota llegaba enlazada desde su espacio:
" No sabía que este jueves conocería a una chica famosa, si hubiera sabido lo popular que eres en Internet, te habría pedido un autógrafo.

Un placer ojos marrones, te dejo mi dirección de correo electrónico, soy Luis, el músico".
Una sonrisa se dibujó en su rostro, se sentía relajada, como si se quitara un enorme peso de encima.
Le escribió un correo de respuesta:
"No, no soy famosa, ni mucho menos, simplemente he vivido muchas cosas distintas en poco tiempo, antes creo que había sido una muerta en vida, porque en pocos meses me ha pasado tanto, lo que no había vivido en diez años por lo menos. Y por supuesto, todo eso hace que escriba, lo que vivo, lo que mis sentidos perciben, mis altibajos hormonales, soy compleja, pero si eso no te asusta, doy gracias por haber ido este jueves, a veces me pregunto, si eso que decía Einstein es cierto o no, ¿Dios no juega a los dados? la física siempre me ha parecido compleja por no escribir complicada. No sé por qué te escribo esto, simplemente estoy dejando que mis dedos tecleen sin pensar mucho.
¿Puedo pedirte algo amigo del azar? ¿Cómo describirías un carro Fórmula Uno?"

Así culminaba su correo, lo envió sin pensarlo, sin releerlo.
Realmente Fórmula Uno, era un juego de palabras que se había originado gracias al entramado con Daniel que culminó con mal sexo y una amistad que pudo ser y no fue.

Al par de horas, Luis contestaba a su pregunta: "Es un auto bajito, liviano, con un motor de alta potencia, pero limitado a las pistas de carrera, si lo humanizo, te diría que es un auto con alta tecnología aplicada para divertir, por lo tanto subutilizada, pero con un gran potencial si se aplicara a situaciones más funcionales, que evoluciona con rapidez; se mantienen en constante reingeniería buscando optimizar su funcionamiento, pero limitados a las pistas, es los que veo mi linda de grandes ojos marrones.

Tu si haces preguntas extrañas, ¿Cuándo te volveré a ver? Este jueves tocaré nuevamente, te espero allí. Particularmente creo que algún día se probará que Dios si juega a los dados".

Nadie habría descrito mejor, ni el mismo Daniel, lo que representaba Catalina, cuando, un mes antes la había denominado Fórmula Uno.
Luis sin entender, ni pretender hacerlo, se limitó a contestar la pregunta de una mujer más que enigmática.

Pocas había conocido como ella, pocas también habrían pasado por su vida de forma más efímera que la velocidad de la luz.

lunes, 19 de febrero de 2024

Dos orgasmos


Entré rápido a la sala de profesores y la verdad no esperaba verte allí, delgado como siempre con tu camisa remangada por los codos.

Sin pensarlo me acerqué y busqué tu boca, nos comimos enteros con hambre eterna, con desparpajo... a sabiendas de hacer lo que tantas veces habías evocado.

Subiste la falda, bajaste mis defensas y sin más, esos dos orgasmos gloriosos.

***

Lástima que solo fue un sueño.

Un sueño de esos que coges con pinzas porque la mayoría de tus noches son pesadillas



viernes, 9 de febrero de 2024

Los Velorios

Esta semana murió el abuelo de mis hijos. Más de setenta años, dos infartos a cuestas, un accidente de tráfico, pérdida del bazo y operaciones de caderas. Se fue a dormir la siesta y no despertó.

Lo malo, esa llamada a la una de la madrugada, de las que sabes que no anuncia nada bueno por quien te llama y por la hora. Lo peor, darle la noticia a mi marido porque había apagado el móvil.

Me dolió su dolor. Me rompí en pedazos al verlo llorar cuando nunca lo hace. Y el sabor agridulce de saber que no conoció a su nieto más pequeño.

Más allá me es imposible sentirme mal, porque no era ni soy especialmente querida por parte de su familia. Respeto el dolor pero no siento la debida empatía ¿Soy mala? 

Quizás... pero no va de esto lo que quiero expresar.

Es sobre el efecto de la partida de alguien y cómo se multiplican las frases "un abrazo" "te acompaño en tu dolor" "lo siento" hacia los que quedan.

Aparecen en el velorio los fantasmas que no habían aparecido en vida para decir estupideces como "no somos nada" y la palmada irritante en el hombro. Personas que no conocían a la persona o que no estuvieron allí para ayudar pero si hacen acto de presencia cuando la persona se fue.

¿Es en serio?

Odio los velorios.... salvo la familia más cercana como hijos, padres, hermanos, todos los demás son figurantes, personajes que muchas veces alaban al que en vida le clavaban el cuchillo por la espalda.

Bien es cierto que se cumple la ley marcial del no hay muerto malo. 

En muchos lugares los velorios se convierten en fiestas estruendosas y macabras.

De hecho cuando estaba en bachillerato, una profesora nos contaba que cuando estudiaba en la universidad, desayunaba en el velorio de turno en una funeraria cerca de su facultad. Desfachatado, incongruente, pero el hambre puede a veces más que los escrúpulos.

Hace unos veinte años mi pareja del momento me llamó para invitarme a un velorio. Confieso que en esa época era bastante curiosa y yo solo recordaba el trago amargo de los velorios de mi padre y mis abuelos. Total que llegué con él y sus primos, quienes conocían al difunto porque era el dueño del ultramarinos de la esquina. 

El velorio era en una de las funerarias más lujosas de la capital, repartían whisky, ron, cócteles, café en distintas versiones y pasaban mesoneros con bandejas de canapés. 

Yo miraba atónita a mi alrededor, al gorrón de mi pareja y su falta de empatía hablándome con la boca llena y diciéndome que comiera (al escribir estas líneas entiendo por qué lo dejamos, éramos demasiado distintos en todos los sentidos)

La viuda lloraba desconsolada, yo tímida me acerqué, la miré y me puse a llorar. Lloraba a mis muertos y me identificaba con su tristeza, ni ella ni yo entendíamos el circo que se había montado.

A veces la naturaleza de los seres humanos escapa de mi comprensión.

¿De qué le sirve al que se fue esas muestras de afecto?

¿Por qué no estuvieron en vida y echaron una mano? 

Aparecen cuando es más sencillo, cumplen con el paripé...

Odio los velorios a no ser que el muerto sepa de antemano que se va y pida una despedida a modo de fiesta, pero para eso, mejor un velorio en vida, sería más razonable pienso yo.

Celebren la muerte, si celebraron antes la vida y no lo contrario

PD: Culmino esta entrada con un nudo en la garganta por quienes se fueron antes de tiempo, entre ellos tú Pau, no te alcanzó la vida, me quedo para siempre con tu voz.

Y esta canción que junto con Humo me acompañó en mis ratos de llanto solitario hace cinco años cuando el maldito cáncer me arrebató a mi tío...

viernes, 26 de enero de 2024

Cuando apareció el músico

Para Luis... Que en 2005 conoció a Cata, por esas cosas del azar

Catalina salía de su trabajo en Las Mercedes; lo bueno de tener oficina allí es que podía tomar algo en el Centro Comercial cercano, en un café o en estos locales que de día te sirven la comida y en la tarde/noche se convertían en un oasis perfecto para todos aquellos que cansados de la rutina laboral buscaban despejar un poco la mente.

Ese jueves, no quería ir al acostumbrado café, con los mismos personajes, así que decidió ir al local de la esquina, un lugar estilo adulto contemporáneo donde a veces incluso había música en vivo.

Llegó y se sentó en la barra, pidió un té frío de melocotón, perfecto para el calor de media tarde y se dedicó a observar a los músicos que se disponían a probar los instrumentos para el toque de esa noche.

Era imposible que pasara desapercibido por lo alto, le calculó casi dos metros, delgado, moreno, con nariz aguileña y ojos pequeños, barba de unos dos días y camisa arremangada hasta los codos.

Obviamente esos dedos captaron su atención, al ser tan largos le hicieron pensar que debía tocar algún instrumento y no ser precisamente el cantante.

Sí, se aproximaba hacia ella, Catalina miró hacia los lados y rápidamente se dio cuenta que no había más nadie a su alrededor así que siguió sus pasos y lo miró de frente.

Con una amplia sonrisa, típica de quienes están acostumbrados al espectáculo, como si la conociera de toda la vida, se sentó a su lado y pidió una Coca Cola fría.

Un cálido hola acompañado de una franca sonrisa dio paso a una voz suave a la par de intensa.

Catalina respondió con un hola cortante; con las personas que no eran de su entorno se comportaba siempre de manera distante, parte de timidez, parte de desconfianza.

Se presentó como Luis, explicándole que era músico, tocaba la guitarra en un grupo de jazz latino, le preguntó directamente a qué se dedicaba.

Taciturna respondió que trabajaba en el aburrido mundo de las finanzas además de ser profesora en una universidad.

Incrédulo asentía, le preguntó su edad alegando que le parecía demasiado joven para la imagen típica de profesor universitario mayor de cincuenta.

Ella le dijo que recién cumplía veintiséis y que ya llevaba dos años como profesora, que esos clichés no aplicaban en la actualidad, sin embargo, tenía la sensación de espantar a los hombres por ser profesional e independiente.

Luis escuchaba mientras bebía su refresco y le contestaba con franqueza que él admiraba a las mujeres independientes económicamente y para quitar hierro al asunto le dijo que tenía unos ojos marrones bastante grandes e intimidadores.

Catalina ya pensaba que era otro hombre como tantos que querría algo de sexo y poco más, por lo que de repente empezó a mirarlo en silencio con una mueca de incipiente disgusto.

El sin darse por aludido le dijo que le parecía muy graciosa pero no en mal plan.

Ella carraspeaba explicándole que no estaba pasando por una buena racha últimamente, sin saber por qué, le contó que había estado tres años en una relación con un hombre celoso con el que casi llega al matrimonio. Hacía dos meses habían terminado y en ese momento se hallaba en un periodo de montaña rusa emocional, buscando el equilibrio como un niño pequeño aprendiendo a caminar en un sendero solitario.

Luis le confesó que no estaba buscando pareja en ese momento, prefería dedicarse al terreno seguro de la música, sus amigos y familia, que empantanarse en una relación que probablemente acabaría mal, le explicaba que al principio muchas se regocijaban de tener un músico como pareja, para luego terminar en resaca de reproches por horarios inoportunos y el sinfín de excusas inconclusas, sinceramente prefería la compañía de los acordes al infortunio hormonal de las mujeres.

Ella por fin sonreía, al menos era sincero, sabía a que atenerse con este recién conocido.

El inclinó por un momento su cabeza y le dijo que le gustaba su mirada que decía muchas cosas sin articular apenas palabra.

Catalina terminaba su té y un compañero del músico se acercaba para decirle que pronto empezarían las pruebas de sonido.

Se levantó y ella corroboró que en efecto era bastante alto; sin saber muy bien por qué y en un impulso, tomó un bolígrafo de su bandolera esmeralda, con la mirada alcanzó a ver una servilleta cerca de su vaso y anotó algo.

Luis imaginó que sería su número telefónico.

Pagó, se levantó y le entregó a la servilleta

- Depende de ti ahora, si quieres saber algo más de mi – y sí, se lo decía con una sonrisa completa en el rostro.

Cuando Luis abrió el papel fino en lugar del típico número que le entregaban las chicas que iban a cada toque y que casi siempre terminaban en la papelera del olvido, estaba escrita una dirección de Internet, específicamente un blog.

Allí se dio cuenta que Catalina estaba lejos de ser la típica mujer de estos tiempos, esa noche tocó la guitarra como hacía tiempo no lo hacía.

viernes, 5 de enero de 2024

Construcción del futuro con tus pisadas

Esta noche a las doce en punto, te acercarás despacio, tus pasos no se notarán por la alfombra mullida que todas las noches, amortigua tus pisadas y te hace siempre pasar inadvertido.

Como siempre, a la misma hora, la cama está caliente y mi cuerpo reposa desde hace dos horas… no me logro quedar dormida, las luces están apagadas, me acostumbré a ello a partir de los veinte, antes era pánico lo que me embargaba al sentir la oscuridad como única compañera, pero de un tiempo a esta parte, se ha convertido en la mejor aliada para mis horas de insomnio.
Llegarás cansado, la costumbre se está chupando de a sorbos el verbo sorprender o esperar con ansias, anda haciendo un cruel trueque con el verbo buscar y encontrar; aunque no lo reconozcas y te hagas siempre a la idea que el sustantivo perfección se juega limpiamente con el pronombre nosotros.
Te sentiré llegar…. 11:50 pm, abrirás la puerta, un minuto, dos inhalaciones, tres pasos, llegarás a la cocina, tomarás un vaso de agua, dejarás los zapatos en la sala, así como la corbata en el sofá, te desabrocharás los botones cercanos al cuello y sin mirarte sé que darás un giro a tu cabeza, en señal de agotamiento, te acercarás despacio…. como siempre; he llegado a tomarle resentimiento a la palabra siempre.

11:55 pm, el futuro se convierte lentamente en presente, y te siento llegar, entras al baño, orinas, te quitas las medias, los pantalones, ropa interior y la camisa, te cepillas los dientes, dos escupidas en el lavamanos de mármol, te conozco tanto…
Las doce en punto, y suavemente, deslizas el edredón que me brindaba calor hasta hace poco, haces lo mismo con las sábanas, y lo primero tus pies, le sigue tu torso, finalmente tu cabeza hace contacto con la almohada, tu mano poco tibia, reposa en una de mis nalgas, estoy de espaldas a ti, pero el roce de tus dedos en mi piel, hace que me voltee, y se cruzan cuatro ojos, un par de ellos agitados por no lograr conciliar el sueño, los míos; los tuyos, cansados, se cierran lentamente, y espero a que me des el beso de buenas noches en la frente, cual padre con su hija, y es que es esto lo que nos ha quedado, besos tibios, miradas entrecortadas, unos toques ligeros y tú a dormir, yo a mirar al techo, pensando que demonios estoy haciendo con mi vida, donde la palabra desperdicio hace eco y se repite sin que yo lo quiera.
Son las 12:05 am, esperaba que ya estuvieras dormido, primer ronquido, pero hoy hay un salto a la norma, como siempre desnudos los dos, pero en lugar de los centímetros de separación pertinentes, siento tu pierna envolviéndose con la mía, siento tus dedos, que recorren mi vientre, mi pecho, mi cuello, mis labios, ahora es tu boca, tu aliento que va dejando huella, por cada instante de mi cuerpo antes recorrido, y respondo a tus caricias, te das y me doy a ti, tu ser penetrante, insistente, va marcando arrítmicamente el paso de tu cuerpo dentro del mío, comenzamos a sudar, a agitarnos, somos lo que no éramos, estás recorriendo un camino que hacía tiempo no recorrías… 02:10 am, continuamos en la entrega, son incontables las veces que hemos hecho y desecho las sábanas esta noche, hoy no hay cansancio, hoy estás llenando todos mis laberintos de deseos perdidos en insomnios ganados, hoy la lucha se rinde con la palabra entrega, y nos fundimos como pocas veces, como hace tantas vueltas del injusto tiempo… ahora van tres horas más de sollozos y gemidos, de respiraciones entrecortadas, de murmullos que no se convierten en palabras.
Llega el amanecer, nos quedamos dormidos, y al despertar, ya no estás, te marchaste, me dejaste el vacío, como todas las mañanas.

Pensé que había una tregua, pero no, como especie de espejismo, nos dimos uno al otro, pero llegó el momento de romper el espejo, y darme cuenta que estás de nuevo lejos de mí.
Me levanto, tomo una ducha, agua fría, salgo rápido del baño, el clóset, lleno de mi ropa, elijo vaqueros y camiseta, unas bambas, la bolsa de hacer la compra.

Hago la cama y como siempre noto que recogiste lo que habías dejado tirado en el baño, todo intacto, nadie imaginaría lo que ocurrió esa madrugada.
Salgo, compro el periódico, la fecha actual, compro unas margaritas tornasol en la floristería, tomo el coche, hoy te iré a buscar, puntual, cambiaré un poco la rutina, en celebración.
Estaciono, casi no hay gente, y mientras camino un poco rápido, siento unos dedos suaves en mi espalda, me llama por mi nombre; era tu madre, me volteo y el negro de sus vestiduras, me recuerda la pesadilla, ese instante en que el mundo se paralizó para siempre.

Te trajo crisantemos, odio esas flores.
Te llora a ti, pero es imposible que yo te llore, pues sé que esta noche vendrás a mí, como todas las noches desde hace dos años.

jueves, 28 de diciembre de 2023

Nada es coincidencia

He buscado en mi memoria, repasando mentalmente, cuáles fantasías he cumplido a los clientes (no de la firma, los míos). Apareció de pronto C., lo conocí en el café donde iba todas las tardes cuando salía del trabajo en la oficina; lector de todas las palabras del mundo, porque todas las semanas, estrenaba libro nuevo entre sus dedos. Siempre me sentaba, en la barrita y mirando un poco de reojo, lo veía diagonal a mi derecha, con un cortado, un trozo de tarta de manzana y la lectura de turno.

Sería cuarentón, cuando yo iba por los veinticuatro, pensaba que ese hombre era inmune a mis formas, a mis manos perfectas, a la estela de perfume que le tenía que llegar a las narices porque si, y ¿Por qué será que para cualquiera, hasta para una meretriz, lo que nos está prohibido o lejano, es lo que más nos atrae? Sí, me llamaba la atención, sus canas, sus gafas, su indiferencia hacia mí.

Así pasaron dos meses, yo con mis asuntos, él con ocho libros ya pasados por sus manos, y desistiendo de alguien que pasaba de mí, decidí verlo como un objeto más de la cafetería, antes que empezara a turbar mis deseos.

Se acercaba el otoño, y comenzó una lluvia repentina de inicios de septiembre; no había traído paraguas, por lo que decidí encender un cigarro para esperar que pasaran las nubes.

El cuarentón se acercó y me pidió un cigarro, sentándose a mi lado en la barra, éramos pocos los que estábamos en la cafetería. Lejos de ser uraño o tímido, me comentó que los trajes rojos me sentaban mejor que los marrones, y que le encantaban los tacones malva que combinaba con una falda rosa palo que me llegaba por las rodillas, alabando mi buen gusto por los complementos y el perfume que agradablemente le inspiraba para seguir frecuentando la cafetería.

Estupefacta, así andaba, escuchando su voz tersamente varonil, me recordaba el mar salpicando en los rompeolas (vaya locura).

Yo asentía, sonreía tontamente y me preguntaba donde diablos se había metido mi aplomo y sensatez, mi aire decidido de mujer que se come al mundo, si me había acostado ya con hombres de todas las edades ¿Por qué mi presunto golpe de timidez con C?

Descubrí su nombre, aproximadamente dos líneas después, de lo que voy describiendo. Era un hombre, encantador.

Supe que era psicólogo y que su vicio era la lectura, pasión que además le permitía despejarse de todo lo que escuchaba en su diván. Yo le comenté que había estudiado Económicas, y que trabajaba en el edificio del frente, hasta intercambiamos tarjetas, y con la conversación tan amena, paró de llover.

Antes de irme de bruces, decidí tomar calma, y calmar a mis ¿Emociones? Pensaba que carecía de ese sentimiento, le di mi mano gustosa, aceptando que la había pasado muy bien mientras esperaba que pasara la lluvia, rápidamente observé que ningún anillo adornaba su anular, y adivinando lo que pensaba, me dijo que no todos los viejos de su edad, debían estar casados.

Maldije el rubor que estoy segura que atravesó mi cara; pensaba: además de tonta, indiscreta. Así me hallaba, rompiendo las reglas que llevaba cosechando desde la universidad.

Lección Nº 2: Una meretriz en plena carrera profesional, no debe mezclar emoción con razón, corre el riesgo, de perder el negocio.


PD: Retomo lo que realmente me place escribir.

De ahora en adelante, este será mi rincón de la felicidad. Y lo repetiré como mantra hasta que mi mente lo termine de asimilar.

Por eso regresó Poesía Incierta, quizás nunca debió irse...