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miércoles, 12 de febrero de 2020

Feliz San Tontelín

Parece que este blog ha quedado para brindar mis más sinceras y exclusivas felicitaciones en celebraciones varias y fiestas de guardar.
No ha sido mi intención, pero así ocurre.
Decidí tomar las riendas en aquellas variables que puedo (y debo) controlar, dejando de lado emociones superfluas que en mi vida me han llevado por el camino de la insatisfacción.
Mes y medio sin sexo:
1) Porque enero es un mes de mierda
2) Porque entré en depresión
3) Porque no me sentía a gusto en mi propia piel
4) Todas las anteriores

Hace años no me reconocería: esa que siempre había sido fogosa, calentorra, con ganas de más, ahora pasa pies puntillas por la cama matrimonial alegando desde el simple estoy cansada, al mítico "hoy no, que me duele la cabeza".

Mes y medio sin sexo, sin peleas, sin conflictos; para romper la racha con dos polvos a medio hacer.

Donde el "después de" se convirtió en algo tóxico, donde empezaron las dudas sobre el futuro, sus padres, la hipoteca y mil milongas más...
Chico que ahora andamos con el Coronavirus... ¿Yo que coño se si llego a fin de año?
Yo quería un polvo de esos de aquí te pillo, aquí te mato y punto pelota.
Como en la adolescencia, con hormonas fervientes y nervios precoces, unas cuantas caricias y ya.
No me interesa precisamente después de follar, saber tus angustias porque no te has metido en una hipoteca rondando los cuarenta o el conflicto bélico que implica llegar a fin de mes.
Que fácil acabar con la "magia".
Que fácil que se me quiten las ganas ante semejante panorama.

Con mi mes y medio en paz.
Ese que espero se convierta en dos, tres, seis meses...
Cada día estoy más convencida que esto es lo que falta en mi vida:

Si si, el cacharro de moda... ese que aparentemente te lleva al placer sin conflictos.
Sin preguntas...
Sin problemas...

Definitivamente, será mi próxima inversión.

Y para San Tontelín, cero ñoñerías, que el chocolate engorda y las palabras, se las lleva el viento.