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viernes, 25 de diciembre de 2020

Los Botines Vino Tinto

 L. alta a la par de altiva, elegante, risueña e inocente. Haciendo consonancia con sus veintipocos. A veces su vista se nublaba por una melancolía incoherente con su edad.

Su novio, ese compañero de fin de clases en la universidad, algo atolondrado, recibía a su amiga de la infancia, cara de porcelana, cabello negro hasta la cintura, mirada igual de negra e intensa, había llegado porque necesitaba apoyo en un proyecto.

El cielo auguraba espadas de cristal.


El espejo le devolvía a L. su cuerpo espigado con un vestido tejano. Había olvidado el frío de invierno. Tras beber el último sorbo de café recibía a la amiga de su novio, ese día debía entregar un informe antes de las vacaciones, se marchaba, asegurándose que su novio ya estaba despierto.

Un portazo. El viento helado.

Salía corriendo. Apenas diez minutos fuera y se percató que no llevaba abrigo, ni paraguas. Casi corriendo, pensando que se enfermaría decidió regresar a casa.

Apenas abrió la puerta escuchó unos gemidos.

- Deben ser imaginaciones mías. Eran rotundos sus pensamientos.

El nórdico bailaba al compás de los gemidos.

Palidecía incrédula...

Pero allí estaban.

La alfombra acogía unos preciosos botines vino tinto.

Los tomó silenciosa mientras un par de lágrimas abrasaban sus mejillas heladas.

Salió airosa del lugar que no volvería a pisar.


PD1: ¿Feliz Navidad?

PD2: Laura me parece un nombre precioso para la chica que se hizo con unos botines aún más bonitos.

PD3: Por favor, recuérdame no cenar pesado la próxima nochebuena, ODIO recordar esos malditos sueños que parecen pesadillas, no entiendo la sonrisa de esa mujer con esos zapatos, cuando son estas las horas y aún repiquetean en mi mente los gemidos de la traición.

PD4: Hasta que la mutua no me apruebe las consultas con el psicólogo, este blog me sirve para teclear... portal paralelo de mi mente divagante. 

viernes, 18 de diciembre de 2020

Mi pequeño Chernóbil

 Y no me da tregua mi pequeño Chernóbil

A veces me pego con el viento

Ya no me deslumbra el efecto

Solo pretendo aprender a vivir con ello


¿No tienes ganas que estos trece días pasen rápido?

Y llegue por fin el ansiado año nuevo... que vamos, es solo el día siguiente, pero cambiar de año, tal como lo conocemos, brinda un suspiro de esperanza, de novedad, de ansias...

El año entrante empezaré a estudiar de nuevo y tengo planes con derechos reservados.

Se que vendrán capítulos semanales de terapia entre cuatro paredes, saldrán sapos, ranas y uno que otro quebradero de mi caja de Pandora.

Entre ellos uno corto, intenso, dañino... con D, el de los ojos tristes, con su pasado impulsado por turbulencias, quien me inspiraba un abrazo infinito.

Volverá un efímero 2005 desdibujado por el sabor agridulce de los años.

Si D. hubiera elegido ser cantante, sería lo más parecido a Leiva. Su voz, ser un pequeño saco de huesos, con ese aire frágil, capaz de hacer(se) daño.

Compartimos cama, lágrimas, risas, confidencias... en una relación espacio temporal inversamente proporcional.

Fue mi pequeño Chernóbil

Tu que me lees ¿Te emociona que llegue un nuevo año?

domingo, 13 de diciembre de 2020

Saturómetro

Así llamo yo al cacharro que mide la saturación de oxígeno en sangre al mismo tiempo que el pulso. Ese que te colocan en urgencias de forma que tu dedo índice queda como el jamón del bocadillo que te preparaban para merendar.

A modo jocoso dada mi ansiedad y el tema enfermedades, siempre he comentado que no estaría mal tener uno en casa, es el tipo de accesorios útiles según se mire como un taladro, un termómetro o gas pimienta.

El hecho es que hoy cumplo seis años de casada, en enero haré quince de relación en pareja.

¿Qué  regalar cuando llevas tantos años con la misma persona?

Honestamente esperaba una buena tarde de sexo, ahora que más o menos he controlado mi respiración y que mis nervios me dan una tregua. 

Pero no... 

De regalo un saturómetro, bastante útil; al menos no es un aparato para hacer ejercicios a modo de indirecta para recordarme que no tengo el mismo cuerpo de hace quince años.

miércoles, 9 de diciembre de 2020

Aire...

En primer lugar mil gracias por los comentarios de la entrada anterior, no entendía muy bien por qué venían aquí personas a quienes admiro y leo en silencio, hasta que vi la entrada del Sr. Pitt Tristán sobre Galicia.

Un honor: que me mencionara, ser gallega y abrazar la vida.

Justo un mes de ausencia.

Un mes donde precisamente me tocó ser soldado de esa batalla contra el "bicho" como aquí lo llaman.

La pelea fue "leve" para los generales y tenientes de la guerra, para esta soldado raso fue sin embargo dura.

Lo único bueno es que me gané una medalla temporal (¿?) llamada IgG.

Lo malo: las secuelas. 

La primera semana después de dos semanas sin salir de casa, es notar la falta de aire al caminar. Caminaba como una persona de ochenta años cuando apenas tengo cuarenta. Paso despacio y esa sensación de ahogo.

Debo usar inhaladores por lo menos un mes mas.

Lo peor, la ansiedad, este año primero en marzo y ahora ha sido tan intenso que he tenido que dar mi brazo a torcer y medicarme. 

De hecho este domingo tuve que parar en urgencias porque tenía taquicardia y sensación de ahogo nuevamente. Estaba hiperventilando porque saturaba y saturo en 100.

Mi primer electrocardiograma y la segunda radiografía de tórax en un mes, revelaban que mi corazón y mis pulmones aguantaron la batalla, pero la mente, ay la mente... esa si que quedó más tocada de lo que ya estaba.

Aún me ahogo y reconozco que hay cosas que pesan mucho más que esta maldita enfermedad.

Eso si, desde aquí, un aplauso de pie a nuestros sanitarios.

A quienes los aplausos vacíos llenaron en marzo y abril, para después a muchos de ellos darles una patada por el c... y no renovarles un contrato.

Deberían ser de los mejores pagados en este país y sus sueldos y condiciones laborales son en muchos casos de pena.

La calidez humana, la paciencia para escuchar y tratar las heridas no solo físicas sino también las mentales.

De corazón GRACIAS porque su trabajo no tiene precio.

Y de agradecer también el poder abrir los ojos cada mañana y respirar aunque cueste.

Como sociedad no tengo nada que agregar, solo que somos los únicos animales que tropezamos mil veces con la misma piedra.

Tocará comprar una tabla de Surf... como dicen aquí los niños: me la pido.


PD: Y precisamente, el 28 de diciembre (Día de los Santos Inocentes) mi primera cita del año con el psiquiatra...