Quien ha visitado ese universo paralelo de juerga y derroche sabrá que allí las
horas transcurren distinto, da igual que fuera de día o de noche, allí imperan
los sentidos en otra dimensión.
Regalaban tequeños y whisky destemplado, así que ante tal ambiente, decidieron
jugar en el bingo; en una de las mesas Fran y Catalina, en otra el hermano de
Cata, Daniel y Jorge.
Perdieron, como era de esperarse, el Bingo lo cantaba una octogenaria de boca
roja y maquillaje espeso que se notaba a leguas tenía experiencia en la
materia.
Entre risas, Daniel quiso jugar a la ruleta, Catalina lo veía de reojo, deseaba
con todas sus fuerzas que perdiera, cuando salió el número que lo hacía
acreedor de nada, no puedo evitar reírse en su cara. Estaba achispada por esa
bebida insalubre.
- Como que hoy no es tu día
- Que perversa
- Siempre, aprendo rápido de un maestro como tú
Esa noche tenía la lengua afilada. Daniel bajó la mirada y prefirió estarse
quieto, no quería un espectáculo, solo añadió una frase que hizo que Catalina
lo desechara para siempre como futuro compañero
- ¿Y ahora qué? ¿De Concorde a Fórmula Uno? ando libre este fin de semana
- Un auto de carreras funciona a la perfección solo para aquel que sabe andarse
en la pista de carreras, a ti todavía te queda mucho camino de tierra
Le comentó a Fran que quería salir de allí, las luces, la música de las
máquinas se habían convertido en un pitido ensordecedor a la par de
insoportable, todo le daba vueltas. Quería aire puro.
Salieron en la madrugada, Catalina llenó sus pulmones de todo el aire nocturno
que pudo atrapar en ese momento.
Sí, se sentía como un Fórmula Uno, pero no quería en esos momentos un piloto
que solo la hacía pensar en estrellarse.
Al llegar a su casa, se quitó el maquillaje, se bajó de los quince centímetros
de tacones y quedaba ella, una simple mortal.
Durmió como hacía tiempo no lo hacía, tanto que se levantó a eso de las once de
la mañana del sábado. Esa noche no tenía planes de salir.
Mientras tomaba un desayuno tardío encontró una bonita sorpresa en su correo,
una nota llegaba enlazada desde su espacio:
" No sabía que este jueves conocería a una chica famosa, si hubiera sabido
lo popular que eres en Internet, te habría pedido un autógrafo.
Un placer ojos marrones,
te dejo mi dirección de correo electrónico, soy Luis, el músico".
Una sonrisa se dibujó en su rostro, se sentía relajada, como si se quitara un
enorme peso de encima.
Le escribió un correo de respuesta:
"No, no soy famosa, ni mucho menos, simplemente he vivido muchas cosas
distintas en poco tiempo, antes creo que había sido una muerta en vida, porque
en pocos meses me ha pasado tanto, lo que no había vivido en diez años por lo
menos. Y por supuesto, todo eso hace que escriba, lo que vivo, lo que mis
sentidos perciben, mis altibajos hormonales, soy compleja, pero si eso no te
asusta, doy gracias por haber ido este jueves, a veces me pregunto, si eso que
decía Einstein es cierto o no, ¿Dios no juega a los dados? la física siempre me
ha parecido compleja por no escribir complicada. No sé por qué te escribo esto,
simplemente estoy dejando que mis dedos tecleen sin pensar mucho.
¿Puedo pedirte algo amigo del azar? ¿Cómo describirías un carro Fórmula
Uno?"
Así culminaba su correo, lo envió sin pensarlo, sin releerlo.
Realmente Fórmula Uno, era un juego de palabras que se había originado gracias
al entramado con Daniel que culminó con mal sexo y una amistad que pudo ser y
no fue.
Al par de horas, Luis contestaba a su pregunta: "Es un auto bajito,
liviano, con un motor de alta potencia, pero limitado a las pistas de carrera,
si lo humanizo, te diría que es un auto con alta tecnología aplicada para
divertir, por lo tanto subutilizada, pero con un gran potencial si se aplicara
a situaciones más funcionales, que evoluciona con rapidez; se mantienen en
constante reingeniería buscando optimizar su funcionamiento, pero limitados a
las pistas, es los que veo mi linda de grandes ojos marrones.
Tu si haces preguntas
extrañas, ¿Cuándo te volveré a ver? Este jueves tocaré nuevamente, te espero
allí. Particularmente creo que algún día se probará que Dios si juega a los
dados".
Nadie habría descrito mejor, ni el mismo Daniel, lo que representaba Catalina,
cuando, un mes antes la había denominado Fórmula Uno.
Luis sin entender, ni pretender hacerlo, se limitó a contestar la pregunta de
una mujer más que enigmática.
Pocas había conocido
como ella, pocas también habrían pasado por su vida de forma más efímera que la
velocidad de la luz.