La vida gira, o la pone a girar alguien, denominado destino, fuerza suprema o inconscientemente nuestra misma naturaleza humana, y ese giro, el de 360º, a veces nos hace encontrarnos en el mismo grado cero, tras haber recorrido los otros 360.
Eso que una vez desperdiciamos o no supimos valorar, es como otra oportunidad, para comenzar un nuevo giro, pero con las enseñanzas de la vuelta anterior.
Le estaba ocurriendo justamente eso, por algo que llaman simetría, comenzaba de nuevo, y su maleta llevaba algo de pasado, mucho de recuerdo, nada de nostalgia, amén de desconfianza, el mismo género, no lo cambiaba.
Metió la valentía, borró temporalmente la tristeza, redimensionó sus perspectivas, sin falsas creencias -de esas ya no le quedaban-, sin estereotipos pues los regaló todos, y si alguno le quedaba, lo tiró a la misma basura de desperdicios no reciclables.
No llevaba el álbum de barajitas, pues las dejó volar al viento para que se hallaran ellas mismas o encontraran un nuevo álbum donde pudieran ser pegadas.
No metió en su maleta, sueños, ni términos ya conocidos, no metió
dulces promesas, por ahora, su maleta estaba conjugando racionalidad y nuevas sensaciones, no
dulzura.
Cargaba su maleta y no
le pesaba, porque iba más ligera de peso que antes.
Cargaba su maleta de
ambiciones, de crecimiento, de construcción, sin engaños, con todo más o menos
claro.
Que lástima que esa maleta la llevara nuevamente al punto de partida.
***
Pasan los años y sin duda, sigue siendo el momento más intenso que ha vivido hasta ahora.
Por Halloween, esa noche mágica de otrora.
Cuando de fondo sonaba Manolo.
Pártete conmigo un cuartito de silencio
Préstame esta noche tu maleta de los sueños
O me hechas un pulso, o jugamos un sencillo
Frótate conmigo hasta que me saques brillo